12.30.2010

Sobre el (nunca deseado) fanatismo.

Sobre el (nunca deseado) fanatismo.

Después de leer "Tratado de la tolerancia" de Voltaire, me quedé mucho con esas ideas respecto de los fanáticos religiosos, y es que, tanto hoy en día como en sus tiempos, el fanatismo religioso se ha dado y peor aún, ha cobrado víctimas siempre inocentes, cómo prueba más irrefutable tenemos la Inquisición, eso si, cada vez que al ser humano se le antoja destruir a su prójimo surgen de él las más fantásticas ideas para lograrlo, para justificarse y para realizarlo (éste último manejado como "medio" [i.e. "la dama de hierro" o "el potro"]).

"Cuanto más divina es la religión cristiana, menos le corresponde al hombre imponerla; si Dios la ha hecho, Dios la sostendrá sin nosotros." [1]

 Si bien, concuerdo con ésta sentencia de Voltaire, no solamente aplica para la iglesia apostólica católica romana, sino también para los protestantes, testigos de jehová, mormones principalmente ¿o es que acaso alguien ha visto a un budista o un musulmán tocando puertas para que te unas a su religión? Con ésto digo que, más que obra de "caridad" o "designio divino" (si preguntas te contestarán que dios mandó que predicasen  sus enseñanzas por toda la tierra), parece más un acto de intolerancia, por ejemplo, si vas a casa de alguno de los antes ya mencionados tratando de predicarles alguna otra religión te cerrarán las puertas, pero eso si, se indignan si tú les cierras la puerta.

Hace unos meses, cerca de mayo para ser un poco más precisos, un par de señoras, en su actitud de convertir gente al credo del hoy fallecido masón Charles T. Russell, decidieron tocar la puerta de mi casa, afortunadamente para mi, estaba muy aburrido (era una mañana de domingo, así que imagínese), así que decidí abrirles.
El resultado fue que, después de una hora de discusión (entiéndase discusión como el acto de escuchar la idea de la persona A, el personaje B refuta y así sucesivamente.) lo único que obtuvieron las señoras fue una plática amena donde la ironía y la reducción al absurdo estuvieron presentes para derrumbar su piedra angular.
Mencionaron volver un buen día, día que sigo esperando (normalmente no salgo el domingo por la mañana). Recuerdo que una de sus sentencias fueron "el infierno no existe, la muerte es en realidad el infierno" (por así decirlo es un "si te mueres te jodiste") a lo que contesté "entonces no importa si eres bueno o malo, igual te irás al infierno" (puesto que todo ser humano muere, sin excepción) "como un bebé, nunca ha hecho nada, pero si fallece por alguna enfermedad igual se va al infierno".
Claro que me acusaron de tergiversar sus  palabras y de "no entender lo que me decían" ¿cómo no entender si no era más claro?

También hay un grupo de dos señoras y un señor que en cierta parada de autobús se dedican a predicarle a la gente que espera pacientemente su transporte. De tan seguido que iba a la escuela en ésas horas y por ponerme en un plan escéptico frente a ellos, creo que ya me conocen.

El punto, por supuesto, es saber por qué esa intolerancia hacia las demás religiones. puesto que, así tomo las predicaciones de extraños, es como un "mi equipo de fútbol es mejor que el tuyo, ¿por qué no te nos unes?"

No digo que practicar alguna religión en específico sea malo (cada quién tiene la libertad de creer en lo que desee, así sea un dios con tres formas o simplemente un tipo de comida italiana o incluso algún objeto por más simple que éste sea), lo que considero molesto es que la gente crea que estás mal solamente porque no sigues su línea de creencias o peor aún cuando alguien resulta herido por el fanatismo. Todos hemos sufrido del fanatismo, o incluso lo hemos practicado en cierto momento, ¿por qué no entender que en ciertas ocasiones la gente por más que se le presione no accede?

Es sencillo, no quisiera dar ideas pero los buenos "convertidores" (suena gracioso pero me refiero a los que convierten a más gente) saben que es más fácil convertir a una persona a su religión en diversas situaciones:
-Cuando se encuentran en estado inconveniente (ej. alcohol, drogas de todo tipo).
-Depresión (de cualquier tipo, solamente hay que pintarles un mundo bello a través de la religión profesada).
-Confundida (por cualquier razón, algún tipo de indecisión).

Por eso recomiendo no encontrarse con algún fanático-predicador en cualquiera de estos momentos, a menos que desees que te laven el cerebro conviertan a su religión.

La intolerancia no ha provocado jamás una guerra civil, la intolerancia ha cubierto la tierra de matanzas.






 Ahora, si alguien desea compartir sus experiencias con éste tipo de gente, estaré más que agradecido. Saludos y hasta la próxima.



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[1] Voltaire. Tratado sobre la tolerancia. Capítulo XI. Ed. Espasa, Madrid 2007, pág. 114.

1 comentario:

  1. Me gustó el comic. Sobre todo la manera en que muestra la superioridad moral que creen tener los fanáticos sobre nosotros los "paganos". xD

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