3.26.2018

Escritura improvisada #15

Su largo vestido blanco.
Onduleante, con el viento. Esas largas piernas, las manos limitando el vestido en su danza.
El viento fuerte, a su alrededor mueve las ramas.
En su rostro, la angustia, sus cejas se curveaban justamente lo necesario, no había en ellos línea alguna que desentonara, sus ojos carentes de seguridad, se enfocaban en lo que tenían en frente y en las miles de posibilidades que venían con las escazas decisiones que tomaban.
Su cabello, despeinado, obra del estilista de siempre, el viento.
Un sombrero blanco pudiese haber hecho juego con tan lindo vestido. Pero no había alguno, y en cierta manera eso es bueno, puesto que si lo hubiese traído consigo, es casi seguro que el viento se lo hubiera llevado a pasear.

3.25.2018

Escritura Improvisada #14

Presión.
El aire presiona, fuerte;
los rayos del sol lo cubren todo,
mientras que el aire,
sofoca.

El mundo, caliente, ¿por qué nunca frío?
¿Dónde está mi invierno?

Verano, verano a través de una ventana, un árbol fuera que llena la vista de sombra, un árbol grande que deja entre sus ramas pasar la luz solar.
Acostado en un sillón, una cortina de encaje, que deja pasar poco los rayos del sol. Adormilado, viendo las hojas moverse al ritmo del viento, un viento tranquilo que mece las ramas y las hace bailar.

El río, y sus árboles grandes, enormes, imponentes, verdes, sofocantes. Los sientes respirar, respiran con fuerza, extraen el aire de tu cuerpo, de tus pulmones, sin preguntar, sin pedir, sólo lo hacen. El sol asomándose por los pequeños huecos que dejan sus ramas, el sonido del agua, presión, sofocan.
Todo verde, poco café, vida corre por entre sus venas, sus arterias.

Los rayos del sol.
Siempre ahí, presentes.