6.21.2016

Escritura improvisada #12


 Sam le dijo que moviera la caja de su lugar, a lo que Carlos protestó, haciendo eso mismo, moviendo la caja de su lugar, desatando una masiva invasión arácnida que vivía debajo de esa caja, por lo que Sam miró como apuñalándo a Carlos para que éste hiciera una pequeña risita y saliera corriendo,

 Corriendo como si la nada lo persiguiese
 Corrió como si buscara significado a su vida
 Corrió como si el universo tuviera un propósito
 Corrió y corrió, y nunca se le llegó a ver, parecido a lo que le pasó a Sandra.

Ahora, a todo esto, fue evidente que Carlos no le creyó a Sam cuando le advirtió sobre las arañas, porque si hubiese sido en broma no hubiese levantado la caja que albergaba su más grande fobia, aquella adquirida en esa bonita tarde de verano en la cabaña de la montaña, aquel viaje marcó su vida, aun no estamos seguro cómo fue que sucedió, sólo que sucedió, encontramos a Carlos llorando como si tuviese cinco años y hubiese perdido el camino a casa cuando soltó la mano de su madre en el desfile del día de la independencia. 
Lloraba inconsolablemente mientras se sacudía el cuerpo con las manos tratando de quitarse algo que no estaba ahí.

6.20.2016

Ensayo sobre el concepto de lo bello y la relación de lo bello y el arte en A. Schopenhauer y S. Kierkegaard.



Ensayo sobre el concepto de lo bello y la relación de lo bello y el arte en A. Schopenhauer y S. Kierkegaard.

(Al igual que la anterior entrada, éste ensayo corto se encuentra sin revisión.)

Schopenhauer comienza su texto con la distinción entre el goce de lo bello y el placer “general” (por decirlo de alguna manera; puesto que el goce de lo bello es siempre por un conocimiento puro y absoluto y que éste goce no tiene relacion directa con la voluntad, haciéndola, de ésta manera, enteramente desinteresada. Pero al aparecer por medio del conocimiento, lo bello, ha de ser necesariamente objetivo puesto que no guarda relación con un individuo sino con el sujeto en general.


De esta manera el conocimiento al encontrarse liberado en y para sí de la esclavitud de la voluntad, se libera de toda referencia a ella y , desinteresado, se aparta de la subjetividad y considera las cosas de manera puramente objetiva, entregándose por completo a ellas, de manera que las cosas aparecen ante la conciencia como simples representaciones y no como motios, esta clase de conocimiento, se presenta necesariamente desde el momento en que se considera algo estéticamente es entonces cuando se presenta la tranquilidad, aquel estado de ausencia de dolor, propio de los dioses, estado de condición subjetiva para el conociminto de la idea.

Admitiendo que la “actitud” estética solamente se puede conocer por medio del arte, nunca de manera abstracta ni por medio de doctrinas y palabras, es el conocimiento más profundo y verdadero de la auténtica esencia del mundo. Encontrados los componentes inseparables de la contemplación estética, el conocimiento del objeto como idea y la autoconciencia del que conoce como puro sujeto del conocimiento y de la unión de éstos dos componentes surge la contemplación de lo bello.

Cuando el sujeto contempla un objeto estético, el conocimiento se libra de servir la voluntad mediante un sentiminto interno, suficiente para que haga acto de presencia una contemplación puramente objetiv para que nos situemos fuera de la interminable corriente de apetencia y satisfacción.

Define belleza como la forma del objeto que alcanza a expresar significativamente su idea, aquello que nos traslada al mencionado estado del puro conocimiento. Sólo el sentimiento interno, la preponderancia de las circunstancias en las que nos encontremos.

El tipo de subjetividad que interviene en el placer estético es la alegría producida por lo bello, que surge de que la conciencia, entregada al conocimiento, escapa del querer, del que proceden todos sus sufrimientos.

Las ideas se manifiestan en innumerables individuos y fenómenos particulares, comportándose frente a ellos como lo hace un modelo frente a sus imitaciones, su pluralidad surge sólo gracias al principio de individualidad, esto relacionado a la causalidad, éstando la idea fuera de la esfera cognoscitiva del individuo y no es objeto de la experiencia. Si la idea ha de ser de algún modo objeto de conocimiento por parte del sujeto, esto sólo puedee suceder si se produce la supresión de la individualidad del sujeto cognoscente, de manera que la idea deje de presentarse vinculada a la experiencia.

Desde el punto de vista de Schopenhauer el arte y su relación con lo bello es claro, el arte es el único medio por el cual lo bello puede transmitirse, en las obras artísticas de cualquier índole, en todo caso como se mencionó antes al ser el único medio por el cual transmitirse o difundirse y no por medios abstractos, podrá recidir en el conocimiento y de ésta manera ser objetivo.

Por otro lado, Kierkegaard hablando primeramente de Don Juan, menciona cómo el mundo helénico carecía de una idea de seducción, de un seductor, esto porque principalmente, parece ser que los helenos eran “malos” (utiliza la palabra negligentes) en cuestiones amorosas, y sus dioses, al ser representaciones de la naturaleza humana, también lo eran todos ellos. Esto es porque para los helenos el amor era espiritual más que sensual, así como para Montaigne (el cual se volcaba en los antiguos e ignoraba a sus contemporáneos) lo era la amistad, un amor plenamente espiritual y que ningún otro tipo de amor podía igualar.


El amor espiritual, por definición (digámoslo de ésta manera) es fidelidad, y éste no permite que sea confuso, por si mismo es directo y claro, así mismo lo estético, que Kierkegaard le da la característica de que no confunde las cosas ni se maravilla de la cantidad numérica como lo haría el amor sensual, el amor de Don Juan. Así, notamos claramente que el autor de cierta manera vincula o combina (atreviéndome a pronunciar ésta última palabra) el amor espiritual con lo estético, que, a mi parecer, también podría llegar a ser un “sinónimo” de lo estético para Schopenhauer, siendo así un amor caballeresco, un amor el cual se manifiesta con tan solo observar un poco el objeto de tan grato y caótico sentimiento.


Considero que Kierkegaard, al mencionar que Don Juan no es un seductor, sino un mentiroso (por el hecho de que ha utilizado la palabra para engañar a las doncellas y de ésta manera se hablaba de la seducción) he de mencionar que ha sido influenciado por Platón, lo bueno es bello, y puesto que en la moral judeo-cristiana el mentir esta mal visto (incluso es un pecado condenado en los diez mandamientos), el amor sensual ha de “cometerse” por medio de la palabra mal utilizada, la mentira y de ésta manera llegar a un pecar. No así el amor espiritual que, siendo puro por sí mismo, también ha de ser bueno por ésta misma razón, es bueno por naturaleza. Todo esto reflexionando sobre el texto que nos ha presentado Kierkegaard y parafraseándolo un poco tratando de no tergiversar el sentido original de sus palabras.

Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos.


(Nota: Éste trabajo lo realicé en noviembre del 2011, lo estoy publicando sin revisión o correcciones nuevas. Luego que tenga tiempo le doy una revisada decente.)

Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos.

Biografía

Nace en Zamora, Michoacán, el 5 de agosto de 1745. Estudia en el Colegio de San Ildefonso de la Ciudad de México e ingresa a la Congregación de San Felipe Neri en 1764. Es nombrado procurador de la Congregación y viaja a España, Portugal y Roma. Obtiene su Doctorado en la Universidad de Pisa y es admitido como miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia. A su regreso a México, es rector y catedrático de filosofía en el Colegio de San Francisco de Sales, en San Miguel el Grande. Es destituido de la rectoría y de su cátedra de filosofía, y nombrado prefecto de estudios, cargo que también perderá debido a sus posiciones intelectuales y a su posesión de libros prohibidos. Muere el 1 de noviembre de 1783.


Aportación filosófica

Es por algunos (o quizá más de los que pienso) considerado como el personaje que ayudó a introducir el pensamiento moderno en lo que hoy conocemos como el territorio mexicano, dandole una cierta sensación de libertad o independencia en relación al pensamiento español, el cuál fue el gobernante en éstas tierras. Y no solamente el pensamiento moderno que se estaba adueñando de el viejo continente, sino que también podríamos decir que con aportaciones nuevas, quizá no frescas, pero nacientes en América y no en Europa.


Tercer error del entendimiento humano: Acerca de la moral.

No querer escuchar la verdad. En éste error de la moral, Díaz de Gamarra arremete contra los dogmáticos, aquellos que no escuchan otra opinión que no sea la misma que ellos tienen, lo cuál me ha parecido curioso, puesto que creo que él mismo ha cometido éste error a lo largo de éste error relacionado con la moral. Está por demás decir que Gamarra tiene fuertes influencias de la religión que practicaba, porque se nota en su escrito, a lo largo de su discurso en contra de los errores que él “detecta”.

No querer decir la verdad. Mitómanos, a ésto se refiere él, aquellos que mienten por el simple hecho de hacerlo y que aunado a esto educan a sus hijos para que se comporten de la misma manera. Considero que, aunque si son un problema aquellas personas que padecen de éste trastorno, no creo que Gamarra se haya encontrado con muchos de ellos, entonces, puedo llegar a una precipitada conclusión algo simple, descubrió la doble moral que abunda en las religiones cristianas e incluso en algunas otras ajenas a ésta cultura. Supongo que pudo haber pensado demasiado bien de ellos (al considerarlos como mitómanos y no como doble moralistas) o que llegó a la exageración, en cualquier caso creo que debió analizar más el comportamiento de las personas de las cuales está hablando, si es que se refiere a gente en particular o en general respecto del lugar donde habitó, pero, si lo escribió simplemente de manera “abstracta” o “ideal” entonces no le puedo dar tanto credito a éstas cuestiones de las que habla.

No fiarse de nadie. Aquellos que tienen una profunda desconfianza de las demás personas, otra vez, llegando a los extremos, aunque, tampoco creo que esté generalizando, puesto que al hablar de las personas que no depositan su confianza en nadie se puede decir que esas personas tienen (como motivo hipotético o tentativo) una perspectiva maligna de la naturaleza del ser humano, éste que siempre busca una oportunidad para aprovecharse de los demás e incluso hacerles daño de manera más grave.

Fiarse de todos. El lado contrario del anterior error, es la excesiva confianza en la gente, que, a mi parecer es lógico que denote una creencia de la naturaleza del ser humano como bondadosa y buena por sí misma. Es en éste caso cuando las personas tienden a ser más infelices puesto que al fiarse de todos habrá siempre alguien que se aproveche, no en una ocasión sino en repetidas porque el “confianzudo” nunca dejará de tener esperanza en que la persona “reconsiderará” su comportamiento y cambiará para bien (tomando los valores morales cristianos-católicos como base).

Amar a los aduladores. ¿Por qué adular? Vino a mi mente después de leer éste error moral, considero que es muy simple la respuesta, desde mucho tiempo atrás ha existido aquél personaje que trata de aprovecharse de los demás para beneficio propio, y, como no todos sufren del cuarto error moral, se recurre a la adulación, todos queremos ser adulados ¿por qué no? Que reconozcan como valioso nuestro trabajo o nuestros actos, y hay algunos quienes quieren adular, ¿para que trabajar cuando puedes persuadir a alguien más para que lo haga por ti mediante el uso de bellas palabras que llegan al corazón y cegan a la mente? A Gamarra le hace ruido mucho el asunto de la adulación (y el siguiente error en lista también) por una sencilla razón, las creencias cristianas fomentan la humildad como base del comportamiento de los fieles (tanto en la católica como en la cristiana y también la protestante) y ésto hace comprensible que el autor ataque ésta práctica en ocasiones muy común.

Por ser estimado, hacerse ridículo y odioso. Como mencioné en el punto anterior, Díaz de Gamarra incluye éste error moral en su lista por la misma razón que el anterior (la humildad), además de otros pecados como lo son la vanidad y la mentira, que son usadas para éste mismo fin.

Querer ser amado de todos, y no amar a nadie. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” menciona Jesucristo en algún pasaje de la biblia, y ésta es, supongo yo, la principal razón por la cuál Gamarra incluye éste error en la lista. También será por lo mismo que existen los aduladores, que son los falsos amantes y compañeros (amigos, familiares, etc), lo cuál viene a recaer en lo que sería la doble moral o falsa moral (dependiendo) y de ésta forma encontrar ese delgado e invisible hilo rojo del destino que conecta los errores morales que en sus palabras describe el autor.

Querer los cargos y no las cargas. Típico de toda la humanidad, a casi todos nos gusta disfrutar de la vida, tener dinero, otros fama, poder y la mayoría quieren todas las anteriores, pero, como bien se sabe, un cargo público, o bien, un cargo importante (ya sea una empresa, familia, grupo, etc) conlleva ciertas responsabilidades de más peso que las de los subordinados (o los demás en general). Aquí lo podría comentar Benito Díaz de Gamarra por el hecho de que Jesucristo era el hijo de dios (y a su vez era dios) y muchos podrán decir que él no merecía ser crucificado (lo cual en realidad es justo a mi modo de ver puesto que no hizo nada que no fuera humano, rebelarse contra la religión dominante al tratar de desinstitucionalizarla) pero de hecho para eso mismo nació en la tierra, no para pasearse y darle palabras de ayuda a sus escasos allegados o de las pocas ciudades que visitó, sino para cumplir con las órdenes de su padre (dios) y morir para limpiar los pecados de los anteriores, contemporáneos y futuros habitantes de la creación divina.

No procurar que haya doctos ni estimar a los que hay. Ésto va para todos, siempre terminamos por gritarle a aquellas personas que nos ofrecen un consejo de buena manera con algún tipo de calificativo despectivo (bueno, no es en general ni todo el tiempo).  Ésta actividad se da más en tiempos modernos (creo yo) puesto que ahora los consejos que se escuchan son de personas que tienen algún tipo de poder ya sea político o monetario y no de las personas que verdaderamente merecen ser escuchadas y sus palabras puestas en práctica. Esa vieja costumbre de escuchar a los ancianos platicar de sus experiencias ya creo yo está en desuso y es un perfecto ejemplo de lo sucedido desde hace décadas sino es que siglos.

Buscar a los doctos después de muertos. Va de la mano con la anterior, puesto que no se les busca en vida pero si cuando ya no existen como seres vivos. Suele pasar no sólo con filósofos, profesores, sino también muy frecuentemente con poetas, músicos y escritores.

No querer tener hijos sanos ni valerosos. Se refiere principalmente a los padres consentidores y/o con buen estatus monetario, por lo cual no importa mucho qué tan bien educados estén (más bien que los padres no suelen preocuparse por ellos). Relacionada con el error de los cargos y las cargas, un padre así como un profesor tiene un arduo trabajo por hacer en cuanto a la instrucción de los hijos o alumnos. Incluso ya casi al final de sus palabras, marca un pequeño detalle que puede ser importante después, está en contra de que las mujeres usen la cotilla, puesto que les hacen daño a sus cuerpos con él (como los zapatos de tacón altísimos hoy en día) y no es útil o necesario más que por moda. Denotando la inútilidad de ciertos artilugios para moda o como parte de ese gran revoltijo de reglas que se usaban y usan para sentenciar quienes son buenas o malas personas dentro de una sociedad determinada.

No querer tener hijos ni hermosos ni sabios. Otro fuerte regaño para los padres de su tiempo, al igual que el anterior, en éste también se dirigen sus palabras especialmente hacia los padres, aunque a mi parecer ésta ya concede más a la vanidad de verse “bello” sin algún tipo de “imperfección” en sus rostros. Así mismo también exhorta a que los padres hagan que sus niños amen los estudios, para que su trabajo no se les haga pesado y de ésta manera disfrutar del mismo y lleguen a convertirse en sabios, lo cuál para Gamarra es muy importante (ligando ésto a los puntos octavo, noveno y décimo). Crítica de nuevo las modas (y con justa razón) aunque considero que es como quejarse de que el viento es fuerte cuando sabes que no siempre el viento es así y que, tampoco lo puedes detener por ti mismo.