Había una vez una pelusa que se encontraba encima de un libro, esa pelusa no era tan feliz porque había muchas otras pelusas que llegaban cerca de donde ella vivía y le contaban sus aventuras de cómo volaban con el viento, paseaban de un lado a otro y siempre vivían aventuras de ese tipo.
Un día la casa donde habitaba la pelusa fue arrasada por un huracán, tanto así que los vientos nunca la dejaron aterrizar en lugar alguno por el resto de su vida. Fin.
Moraleja: Las pelusas también tienen sentimientos.
Wow, me vi reflejado en la pelusa.
ResponderEliminar¡Qué bonito Caleb! Me haces sonreír.
ResponderEliminarEl momento siempre llegará, sólo hay que ser pacientes.
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