El niño que intentaba acurrucarse junto a la luna pero no podía.
Ese niño insistía e insistía, no había nada que lo hiciese desistir de su ardua empresa, continuamente ideaba raras y cada vez más complejas formas de intentar llegar a la luna, desde que la vió, esa cálida noche de verano, un vigésimo tercer día de julio, se enamoró de ella, e intentaba alcanzar un lugar en el firmamento en el cual pudiese encontrarse lo más cercano a ella.
Cada vez era más complejo el sistema a utilizar, primero intentó atarse a una bala y dispararla desde un cañón, en otra ocasión intentó crear una honda tan grande que pudiera lanzarlo a él dentro de una cápsula en forma de burbuja para llegar y ser llamado "la luna de la luna".
Arribó el gran día, se le ocurrió el mejor plan de todos los habidos y por haber, era tan astuto y considerablemente realizable que no tenía duda en que dormiría a lado de la luna ésta misma noche. Magnífico era el plan, lo que tenía qué hacer era esperar a que la luna llena tomará su máximo esplendor, y en ése preciso instante, fijar en su mente a su luna tan amada, y entonces, saltar con todo lo que podía.
Hoy en día sabemos que hay un conejo en la luna, porque él lo dibujó.
Oh!!! He imaginado al niño, pero en mi mente es Lorena jaja... ¡es una niña! ¡Lorena ha dibujado el conejo!
ResponderEliminar¡Qué ternura Caleb!