3.19.2012

Lo Sagrado y Donatien Alphonse François de Sade (El Marqués de Sade)

Lo Sagrado y Donatien Alphonse François de Sade (El Marqués de Sade)


            Cualquier asunto relacionado con la religión, cualquiera que ésta sea, debe de tomarse con sumo cuidado, en especial cuando se hace algún tipo de comentario o sátira respecto de alguna religión en particular[1]; en todo caso el mismo Voltaire nos llama a la tolerancia religiosa, y otros por el respeto a las creencias ajenas. La intolerancia, considero yo, ha podido mantenerse gracias y pese a los medios de comunicación masiva, que proporcionan tanto a los fanáticos religiosos como a los defensores de los derechos humanos y la libertad de expresión en particular armas para que continúen la guerra que, espero equivocarme, durará hasta que la humanidad se extinga.

            De esta manera nos encontraremos con muchos ateos que no fueron criados de ésa manera, sino que, por el contrario (como es mi caso) han sido criados en la religión y han sido obligados a apegarse a ella, para después renegar de la misma y avanzar por su propio camino espiritual. También están los ignorantes que solamente critican por criticar (en ambos bandos, tanto creyentes como no creyentes), así hay muchos ateos que saben más de la biblia que muchos cristianos[2] en la opinión de mucha gente, aunque eso si, se tiende a criticar o hablar de la biblia (entre muchas otras cosas que no se englobarán en éste trabajo) sin siquiera conocerla. No es éste el caso de Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido como “El Marqués de Sade”, quien escribe, entre otras muchas (y polémicas) obras, Juliette o Las prosperidades del vicio[3], que utilizaré (entre otras) para hablar un poco acerca de la concepción de lo Sagrado en Sade.

            El Marqués vive en una época en la cual se da mucho de qué hablar, la doble moralidad es cosa de todos los días en las calles francesas, así mismo Voltaire criticó la sociedad francesa[4], también Sade lo hace, de una manera más cruda y pesimista. Voltaire al menos admite que hay gente buena (en esencia) en el mundo, mientras Sade solamente admite la inocencia infantil, en el claro caso de Justina[5] (hermana de Julieta) que, al quedar huérfana (junto a su hermana) trata de ir a buscar refugio (puesto que las echan de la casa que habitan) en una iglesia cercana (después de que las amistades de sus padres se hicieran de la vista gorda) donde el sacerdote insinuó que deseaba una ayudante de esa clase y ahí es donde comienza la aventura de Justina que, ante todo, trata de salvaguardar su virtud como mujer y se encomienda a la divinidad ante todo.

            En sus obras, el Marqués de Sade parece enaltecer los vicios y la búsqueda del placer y ridiculiza la búsqueda o la preservación de la virtud; para él, no existe persona santa y sin pecado, persona que no desee satisfacer sus placeres. De ésta manera, Sade trata de reflejar la Francia de su época, utilizando algunos sucesos reales en sus obras, en éste caso particular, tanto en los libros Justine y Juliette hace uso de éste recurso para dar a conocer cómo se comportaba la sociedad, además de poder dejar mal parados a aquellos quienes lo encarcelaron. Si bien es muy posible que el autor se haya dedicado solamente a escribir sobre personajes malvados en algunas de sus obras, no necesariamente, creo yo, refleja su pensar para con todos los seres humanos, puesto que tiene otras obras en las que no habla de personajes necesariamente (y esencialmente) malvados, como en, por ejemplo Los crímenes del amor. Por otro lado también reafirma el hecho de que las personas buenas son, por lo general (si no es que en todas las ocasiones de sus relatos) las personas inocentes, las que de alguna manera u otra no han conocido la malicia o las que la han conocido siendo experimentada sobre de ellos, como claro ejemplo sigue siendo Justina, en el libro antes mencionado.

            No solo escribe Sade acerca de los vicios y de sátiras contra los que pretenden elogiar la virtud y mantenerla muy en alto, sino también, en sus obras realiza discursos de índole filosófica, teológica, moral (cristiana) y social. Como ejemplo podría citar un extracto del libro Juliette:

           No lo dudemos, el mal, o, al menos, lo que llamamos así, es absolutamente útil para la organización viciosa de este triste universo. El Dios que lo ha formado es un ser vengativo, muy bárbaro, muy malvado, muy injusto, muy cruel, y esto porque la venganza, la barbarie, la maldad, la iniquidad, lo criminal son formas necesarias para los resortes de esta vasta obra, de las que sólo nos quejamos cuando nos hacen daño [...] Ahora bien, si el mal, o, al menos, lo que llamamos así, es la esencia de Dios, que lo crea todo, y de los individuos formados a su imagen y semejanza, ¿cómo no estar seguros de que las consecuencias del mal deben ser eternas? Ha creado el mundo en el mal; lo sostienen por el mal lo perpetúa por el mal; la criatura debe existir impregnada de mal; vuelve al seno del mal después de su existencia.[6]

            En éste fragmento, un personaje de la obra (llamado Saint-Fond), admite que, el negar a Dios, el alma y el infierno (todas encadenadas una con la otra) es una “salida fácil” y que prefiere admitir que Dios es malvado, que así ha creado el mundo y así lo ha de mantener. Es por eso que las obras de el Marqués de Sade no solamente pueden ser consideradas como “eróticas” sino también como filosóficas, puesto que, al atacar a la sociedad, religión y moral del siglo XIX no lo hace de una manera necesariamente resentida, sino que, como Voltaire, con ingenio, razonamiento y lógica.

            Un pequeño ejemplo de su ingenio podría ser el cuento “El esposo complaciente” perteneciente a la colección Historietas, cuentos y fábulas[7], en el cual habla de un personaje adinerado que tenía ciertas costumbres en el lecho, pero que, al casarse, a su ahora esposa su madre le había hablado respecto de las costumbres que al varón se le conocían, le dijo que en el momento del himeneo ella se negara a rechazar la primera proposición que le hiciera, pensando que haría gala de su costumbre, a la hora de la noche nupcial, ésta le negó el coito de la primera manera que él deseaba, y ésta vez fue, para por fin hacer las cosas “como Dios mandaba”, tuvo que hacer las cosas de la manera a la que estaba acostumbrado. Otro buen ejemplo es el texto Diálogos entre un sacerdote y un moribundo[8] el cual relata el encuentro y diálogo (discusión) entre un (como su nombre lo indica) sacerdote y un vagabundo, en el cual el vagabundo comienza a utilizar el método socrático para hablar con el sacerdote, haciendo cuestiones acerca de la naturaleza de Dios, del hombre, el libre albedrío principalmente, siendo éste personaje un ateo declarado, mientras el sacerdote trata de defender la fe con las mismas armas de las cuales fue provisto en lo que hoy llamaríamos “seminario”.

            Lo sagrado en sus obras suele ser profanado de alguna manera u otra, ésto por ser obra de seres humanos. Pues bien si participan seres humanos en la elaboración de aquello que es (supuestamente) sagrado ¿por qué ha de ser superior a ellos siendo éstos quienes lo han creado? ¿acaso el hombre  puede crear cosas que vayan más de su comprensión?

            Los personajes que aparecen en los escritos de Sade suelen buscar algo a cambio de hacer algún tipo de favor (si, casi como la mafia), por ejemplo, en el libro de Justine y como lo mencioné anteriormente, el sacerdote estaba dispuesto a darle alojamiento a Justina a cambio de favores sexuales, incluso le daría un trabajo como lavandera. De ésta manera encontramos que todos, sin excepción, los hombres son malvados o buscan aprovecharse de los demás, y que solamente se estaría a salvo “la virtud de una señorita” siendo ésta encerrada en un calabozo para nunca más volver a ver la luz del día. Por otro lado, lo sagrado parece ser solamente aparente, puesto que ha sido creado por los hombres y éste puede hacer y deshacer con ellos, en todo caso, Sade disfruta de profanar los símbolos sagrados en la religión cristiana, así lo podemos ver casi en la totalidad del libro Juliette, como por ejemplo en algunos pasajes, mientras algunos personajes practican relaciones sexuales, en algún momento uno de ellos comienza a blasfemar contra Dios y los santos, así como, en otra parte, también arremeten contra un desconocido que finge ser Jesucristo (al parecer tenía alguna enfermedad mental). Todo ésto denotando la naturaleza del hombre como propensa a la maldad, en donde las circunstancias se dan de cierta manera y los personajes tienden a comportarse de acuerdo a ellas, así tengan qué pisotear a quién tengan qué hacerlo.

            ¿Y qué es lo sagrado para Sade? Es, creo yo, algo que el hombre ha creado para enajenarse a sí mismo, crear una moral falsamente fundamentada y de ésto puede partir en que se tergiversa la conducta humana. ¿acaso no es el deseo de todo humano ser un santo, y por tanto, perfecto? El hombre aspira a mucho más pero no se da cuenta que éste superhombre no es natural, y por tanto, irrealizable desde sus posibilidades como ser humano.  Otro pasaje donde habla de manera similar a ésto sería: No lo dudemos, ese ser, del que se atreven a hablarnos constantemente, está verdaderamente mancillado, deshonrado por los colores ridículos de que se sirven los hombres para pintarlo. Siendo que el hombre tergiversa lo que crea, tomando otro pequeño texto: Tus leyes civiles son buenas pero mal ejecutadas, de donde resulta que se degradan. ¿Qué sucede?: la gente prefiere vivir sumida en su corrupción que pedir su reforma, porque teme, y con razón, que tal reforma engendre infinitamente más abusos de los que destruirá; se dejan las cosas como están. Trata el Marqués de Sade de criticar esa falsa moralidad o doble moral que se ve en gran parte de su tiempo, lo religioso, lo sagrado, y lo divino es parte de ello. La gente pobre es la que acude por socorro a las iglesias que solamente ven en ellos una fuente casi inagotable de ingresos para su bien vivir.

            Como mencioné anteriormente, para Sade lo sagrado parece ser algo que necesita ser profanado, por la misma razón en la cual la mayoría de los personajes de sus obras son malvados, quizá, en un inicio solamente pensó en hacer a los personajes de ésta manera (claro, como espejo de la sociedad en la que vivía y a la que bien conocía) y después fue cuando decidió que, si las personas eran plenamente malvadas ¿por qué no arrasar también con los símbolos sagrados? Si ya había manifestado blasfemias contra Dios, ¿por qué no violar la integridad de sus templos como lo hace, incluso, con el sustituto de él en la tierra? El Marqués de Sade conoce muy bien el sentido y la significación de los símbolos que estaba profanando, ¿por qué sino, habría de tomarse la molestia de incluirlos en algunos de sus textos?

            Incluso el afamado autor francés ha de utilizar a los mismos acólitos de la iglesia como profanadores de los símbolos de la misma, denotando que la maldad puede ser manifiesta en todos los hombres y no solamente en los que están separados de la religión, es mejor agregar, que incluso esos personajes religiosos, que conocen muy bien la biblia y la predican son los que primero la rechazan y han de envilecer los preceptos que Dios manda a los hombres.

            Considero que, Sade no cree que lo sagrado, Dios, lo divino, se manifieste en la tierra, puesto que si así fuera, el hombre se comportaría de una manera más agraciada ante los ojos del Altísimo, puesto que tendría toda evidencia de que, si Dios se manifiesta de ésta o aquella manera, pero manifestación clara y plausible, entonces es más que claro que el cielo y el infierno existen, y, por ende, el castigo eterno. El irrefrenable miedo a éste último sería suficiente para que las personas se comportasen de mejor manera por sí mismos, incluso sin asistir a las iglesias a escuchar los sermones de los sacerdotes. De hecho, no solamente habría un miedo constante al inicio, sino que después de cierto tiempo, sería tan normal que todos lo tomarían como una naturalidad el hecho de que se encuentre ahí, aunado a que, por ejemplo, toda la raza humana creería en una sola religión, o si pudiese atreverme a decirlo, es probable que no existiría religión sino que sería tan natural al hombre que los infantes nacerían sin conocer esa palabra y simplemente obedeciendo los preceptos que el Señor ha dado.

            Me atrevería a decir a éstas alturas que, lo sagrado para Sade es más valioso de lo que parece, en sus textos lo denigra, lo humilla, lo envilece, le hace todo tipo de atrocidades que propiamente no pueden ser dichos ante un público no preparado para semejante tema, pero, dentro de todo esto, oculto a la vista del ojo común, lo sagrado juega un papel fundamental en sus textos, puesto que, sin el, no habría de poder escribir siquiera nada, el tema de lo sagrado es la piedra angular, ¿de qué otro modo nos parecerían tan atroces los actos cometidos por sus personajes, si no tuviésemos esa concepción de lo sagrado en la religión cristiana, incluso, aún siendo de alguna otra religión, podríamos ofendernos por el simple hecho de que el mal persiste, se mantiene vivo e incluso se incrementa gradualmente en sus obras? Y no solamente la maldad, sino también ese desprecio por la vida humana, también por la moral cristiana, incluso la hipocresía y la doble moral. ¿Me pregunto vagamente qué habría dicho Leibnitz acerca de los textos de Sade, siendo éstos inspirados en hechos reales y la persistencia del primero de que vivimos en el mejor de los mundos posibles? De ésta manera comprendemos que, sin lo sagrado, sin la religión, sin Dios; porque incluso, ninguno de los personajes, al menos en Juliette, Justine y Historietas, cuentos y fábulas no hay personaje alguno que sea abiertamente ateo, sino que por el contrario, es muy importante el hecho de que todos, realmente todos crean en la existencia de un  Dios, porque de otra forma no se podría llevar a cabo la historia de la manera en la cual se desenvolvió; tampoco podría existir la moral cristiana que tanto critica, y así mismo esa hipocresía de la que se nos presenta en las primeras páginas de los primeros dos libros antes mencionados. Ocultábase pues, ante nuestros ojos, la importancia del tema de la divinidad entre sus demás palabras, puesto que también éste forma parte importante de los discursos de algunos de los personajes con los que se encuentran ambas hermanas, cada una en su historia, tan distinta y no ajena a la otra.




Bibliografía

Donathien Alphonse François de Sade. Juliette o Las prosperidades del vicio. TusQuets Editores. España.
Donathien Alphonse François de Sade. Historietas, cuentos y fábulas. Editorial Tomo, México, 2005.
Donathien Alphonse François de Sade. Justine o Los infortunios de la virtud. Editorial Tomo, México. 2005.
Leszek Kolakowski. Si Dios no existe... . Editorial Tecnos. España. 1988.



[1]   Ver caso de Salman Rushdie como ejemplo.
[2]   Éste término, cristianos (y su singular), lo utilizaré para referirme a todos los creyentes (de una manera u otra) en la existencia de Jesucristo, entonces englobaré tanto protestante (luterano), católico, restauracionismo, ortodoxo, anglicano, pentecostés y testigos de Jehová.
[3]   Éste título pertenece a la edición de TusQuets Editores (España), en México se le puede encontrar con el nombre de Julieta o El vicio ampliamente recompensado.
[4]   Véase Tratado sobre la Tolerancia y Cándido o el optimismo.
[5]   El Marqués de Sade escribe la historia de las dos hermanas, por separado, el que describe la vida de Justina se llama  Justine o Los infortunios de la virtud.
[6]   Donathien Alphonse François de Sade. Juliette o Las prosperidades del vicio. TusQuets Editores. España.
[7]   Donathien Alphonse François de Sade. Historietas, cuentos y fábulas. Editorial Tomo, México, 2005.
[8]   Al menos éste título yo lo he visto con un nombre ligeramente distinto, cambiando solamente “moribundo” por “vagabundo”.

2 comentarios:

  1. tengo mucho que leer de ti, por Juliette es que te intereso hacer tu ensayo (tu ponencia) verdad?

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  2. Pues de hecho no, fue al revés, tuve ganas de ensayar en la estética y, en lo personal, considero que los escritos más "perversos" del Marqués son especialmente bellos, como "Las Flores del Mal" de Charles Baudelaire o los poemas y cuentos de Edgar Allan Poe

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