Lo
Sagrado y Donatien Alphonse François de
Sade (El Marqués de Sade)
Cualquier
asunto relacionado con la religión, cualquiera que ésta sea, debe de tomarse
con sumo cuidado, en especial cuando se hace algún tipo de comentario o sátira
respecto de alguna religión en particular[1];
en todo caso el mismo Voltaire nos llama a la tolerancia religiosa, y otros por
el respeto a las creencias ajenas. La intolerancia, considero yo, ha podido
mantenerse gracias y pese a los medios de comunicación masiva, que proporcionan
tanto a los fanáticos religiosos como a los defensores de los derechos humanos
y la libertad de expresión en particular armas para que continúen la guerra
que, espero equivocarme, durará hasta que la humanidad se extinga.
De
esta manera nos encontraremos con muchos ateos que no fueron criados de ésa
manera, sino que, por el contrario (como es mi caso) han sido criados en la
religión y han sido obligados a apegarse a ella, para después renegar de la
misma y avanzar por su propio camino espiritual. También están los ignorantes
que solamente critican por criticar (en ambos bandos, tanto creyentes como no
creyentes), así hay muchos ateos que saben más de la biblia que muchos
cristianos[2]
en la opinión de mucha gente, aunque eso si, se tiende a criticar o hablar de
la biblia (entre muchas otras cosas que no se englobarán en éste trabajo) sin
siquiera conocerla. No es éste el caso de Donatien Alphonse François de Sade,
mejor conocido como “El Marqués de Sade”, quien escribe, entre otras muchas (y
polémicas) obras, Juliette o Las prosperidades del vicio[3],
que utilizaré (entre otras) para hablar un poco acerca de la concepción de lo
Sagrado en Sade.
El
Marqués vive en una época en la cual se da mucho de qué hablar, la doble
moralidad es cosa de todos los días en las calles francesas, así mismo Voltaire
criticó la sociedad francesa[4],
también Sade lo hace, de una manera más cruda y pesimista. Voltaire al menos
admite que hay gente buena (en esencia) en el mundo, mientras Sade solamente
admite la inocencia infantil, en el claro caso de Justina[5]
(hermana de Julieta) que, al quedar huérfana (junto a su hermana) trata de ir a
buscar refugio (puesto que las echan de la casa que habitan) en una iglesia
cercana (después de que las amistades de sus padres se hicieran de la vista
gorda) donde el sacerdote insinuó que deseaba una ayudante de esa clase
y ahí es donde comienza la aventura de Justina que, ante todo, trata de
salvaguardar su virtud como mujer y se encomienda a la divinidad ante todo.
En
sus obras, el Marqués de Sade parece enaltecer los vicios y la búsqueda del
placer y ridiculiza la búsqueda o la preservación de la virtud; para él, no
existe persona santa y sin pecado, persona que no desee satisfacer sus placeres.
De ésta manera, Sade trata de reflejar la Francia de su época, utilizando
algunos sucesos reales en sus obras, en éste caso particular, tanto en los
libros Justine y Juliette hace uso de éste recurso para dar a
conocer cómo se comportaba la sociedad, además de poder dejar mal parados a
aquellos quienes lo encarcelaron. Si bien es muy posible que el autor se haya
dedicado solamente a escribir sobre personajes malvados en algunas de sus
obras, no necesariamente, creo yo, refleja su pensar para con todos los seres
humanos, puesto que tiene otras obras en las que no habla de personajes
necesariamente (y esencialmente) malvados, como en, por ejemplo Los crímenes
del amor. Por otro lado también reafirma el hecho de que las personas
buenas son, por lo general (si no es que en todas las ocasiones de sus relatos)
las personas inocentes, las que de alguna manera u otra no han conocido la
malicia o las que la han conocido siendo experimentada sobre de ellos, como
claro ejemplo sigue siendo Justina, en el libro antes mencionado.
No
solo escribe Sade acerca de los vicios y de sátiras contra los que pretenden
elogiar la virtud y mantenerla muy en alto, sino también, en sus obras realiza
discursos de índole filosófica, teológica, moral (cristiana) y social. Como ejemplo
podría citar un extracto del libro Juliette:
No lo dudemos, el mal, o, al
menos, lo que llamamos así, es absolutamente útil para la organización viciosa
de este triste universo. El Dios que lo ha formado es un ser vengativo, muy
bárbaro, muy malvado, muy injusto, muy cruel, y esto porque la venganza, la
barbarie, la maldad, la iniquidad, lo criminal son formas necesarias para los
resortes de esta vasta obra, de las que sólo nos quejamos cuando nos hacen daño
[...] Ahora bien, si el mal, o, al menos, lo que llamamos así, es la esencia de
Dios, que lo crea todo, y de los individuos formados a su imagen y semejanza,
¿cómo no estar seguros de que las consecuencias del mal deben ser eternas? Ha
creado el mundo en el mal; lo sostienen por el mal lo perpetúa por el mal; la
criatura debe existir impregnada de mal; vuelve al seno del mal después de su
existencia.[6]
En éste fragmento, un personaje de
la obra (llamado Saint-Fond), admite que, el negar a Dios, el alma y el
infierno (todas encadenadas una con la otra) es una “salida fácil” y que
prefiere admitir que Dios es malvado, que así ha creado el mundo y así lo ha de
mantener. Es por eso que las obras de el Marqués de Sade no solamente pueden
ser consideradas como “eróticas” sino también como filosóficas, puesto que, al
atacar a la sociedad, religión y moral del siglo XIX no lo hace de una manera
necesariamente resentida, sino que, como Voltaire, con ingenio, razonamiento y
lógica.
Un pequeño ejemplo de su ingenio
podría ser el cuento “El esposo complaciente” perteneciente a la colección Historietas,
cuentos y fábulas[7],
en el cual habla de un personaje adinerado que tenía ciertas costumbres en
el lecho, pero que, al casarse, a su ahora esposa su madre le había hablado
respecto de las costumbres que al varón se le conocían, le dijo que en el
momento del himeneo ella se negara a rechazar la primera proposición que le
hiciera, pensando que haría gala de su costumbre, a la hora de la noche
nupcial, ésta le negó el coito de la primera manera que él deseaba, y ésta vez
fue, para por fin hacer las cosas “como Dios mandaba”, tuvo que hacer las cosas
de la manera a la que estaba acostumbrado. Otro buen ejemplo es el texto Diálogos
entre un sacerdote y un moribundo[8]
el cual relata el encuentro y diálogo (discusión) entre un (como su nombre lo
indica) sacerdote y un vagabundo, en el cual el vagabundo comienza a utilizar
el método socrático para hablar con el sacerdote, haciendo cuestiones acerca de
la naturaleza de Dios, del hombre, el libre albedrío principalmente, siendo
éste personaje un ateo declarado, mientras el sacerdote trata de defender la fe
con las mismas armas de las cuales fue provisto en lo que hoy llamaríamos
“seminario”.
Lo
sagrado en sus obras suele ser profanado de alguna manera u otra, ésto por ser obra
de seres humanos. Pues bien si participan seres humanos en la elaboración de
aquello que es (supuestamente) sagrado ¿por qué ha de ser superior a ellos
siendo éstos quienes lo han creado? ¿acaso el hombre puede crear cosas que vayan más de su comprensión?
Los
personajes que aparecen en los escritos de Sade suelen buscar algo a cambio de
hacer algún tipo de favor (si, casi como la mafia), por ejemplo, en el libro de
Justine y como lo mencioné anteriormente, el sacerdote estaba dispuesto
a darle alojamiento a Justina a cambio de favores sexuales, incluso le daría un
trabajo como lavandera. De ésta manera encontramos que todos, sin excepción,
los hombres son malvados o buscan aprovecharse de los demás, y que solamente se
estaría a salvo “la virtud de una señorita” siendo ésta encerrada en un
calabozo para nunca más volver a ver la luz del día. Por otro lado, lo sagrado
parece ser solamente aparente, puesto que ha sido creado por los hombres y éste
puede hacer y deshacer con ellos, en todo caso, Sade disfruta de profanar los
símbolos sagrados en la religión cristiana, así lo podemos ver casi en la
totalidad del libro Juliette, como por ejemplo en algunos pasajes,
mientras algunos personajes practican relaciones sexuales, en algún momento uno
de ellos comienza a blasfemar contra Dios y los santos, así como, en otra
parte, también arremeten contra un desconocido que finge ser Jesucristo (al
parecer tenía alguna enfermedad mental). Todo ésto denotando la naturaleza del
hombre como propensa a la maldad, en donde las circunstancias se dan de cierta
manera y los personajes tienden a comportarse de acuerdo a ellas, así tengan
qué pisotear a quién tengan qué hacerlo.
¿Y
qué es lo sagrado para Sade? Es, creo yo, algo que el hombre ha creado para
enajenarse a sí mismo, crear una moral falsamente fundamentada y de ésto puede
partir en que se tergiversa la conducta humana. ¿acaso no es el deseo de todo
humano ser un santo, y por tanto, perfecto? El hombre aspira a mucho más pero
no se da cuenta que éste superhombre no es natural, y por tanto,
irrealizable desde sus posibilidades como ser humano. Otro pasaje donde habla de manera similar a
ésto sería: No lo dudemos, ese ser, del que se atreven a hablarnos
constantemente, está verdaderamente mancillado, deshonrado por los colores
ridículos de que se sirven los hombres para pintarlo. Siendo que el hombre
tergiversa lo que crea, tomando otro pequeño texto: Tus leyes civiles son
buenas pero mal ejecutadas, de donde resulta que se degradan. ¿Qué sucede?: la
gente prefiere vivir sumida en su corrupción que pedir su reforma, porque teme,
y con razón, que tal reforma engendre infinitamente más abusos de los que
destruirá; se dejan las cosas como están. Trata el Marqués de Sade de
criticar esa falsa moralidad o doble moral que se ve en gran parte de su
tiempo, lo religioso, lo sagrado, y lo divino es parte de ello. La gente pobre
es la que acude por socorro a las iglesias que solamente ven en ellos una
fuente casi inagotable de ingresos para su bien vivir.
Como mencioné anteriormente, para Sade lo sagrado
parece ser algo que necesita ser profanado, por la misma razón en la cual la
mayoría de los personajes de sus obras son malvados, quizá, en un inicio
solamente pensó en hacer a los personajes de ésta manera (claro, como espejo de
la sociedad en la que vivía y a la que bien conocía) y después fue cuando
decidió que, si las personas eran plenamente malvadas ¿por qué no arrasar
también con los símbolos sagrados? Si ya había manifestado blasfemias contra
Dios, ¿por qué no violar la integridad de sus templos como lo hace, incluso,
con el sustituto de él en la tierra? El Marqués de Sade conoce muy bien el
sentido y la significación de los símbolos que estaba profanando, ¿por qué
sino, habría de tomarse la molestia de incluirlos en algunos de sus textos?
Incluso
el afamado autor francés ha de utilizar a los mismos acólitos de la iglesia
como profanadores de los símbolos de la misma, denotando que la maldad puede
ser manifiesta en todos los hombres y no solamente en los que están separados
de la religión, es mejor agregar, que incluso esos personajes religiosos, que
conocen muy bien la biblia y la predican son los que primero la rechazan y han
de envilecer los preceptos que Dios manda a los hombres.
Considero
que, Sade no cree que lo sagrado, Dios, lo divino, se manifieste en la tierra,
puesto que si así fuera, el hombre se comportaría de una manera más agraciada
ante los ojos del Altísimo, puesto que tendría toda evidencia de que, si Dios
se manifiesta de ésta o aquella manera, pero manifestación clara y plausible,
entonces es más que claro que el cielo y el infierno existen, y, por ende, el
castigo eterno. El irrefrenable miedo a éste último sería suficiente para que
las personas se comportasen de mejor manera por sí mismos, incluso sin asistir
a las iglesias a escuchar los sermones de los sacerdotes. De hecho, no
solamente habría un miedo constante al inicio, sino que después de cierto
tiempo, sería tan normal que todos lo tomarían como una naturalidad el hecho de
que se encuentre ahí, aunado a que, por ejemplo, toda la raza humana creería en
una sola religión, o si pudiese atreverme a decirlo, es probable que no
existiría religión sino que sería tan natural al hombre que los infantes
nacerían sin conocer esa palabra y simplemente obedeciendo los preceptos que el
Señor ha dado.
Me atrevería a decir a éstas alturas que, lo sagrado
para Sade es más valioso de lo que parece, en sus textos lo denigra, lo
humilla, lo envilece, le hace todo tipo de atrocidades que propiamente no
pueden ser dichos ante un público no preparado para semejante tema, pero,
dentro de todo esto, oculto a la vista del ojo común, lo sagrado juega un papel
fundamental en sus textos, puesto que, sin el, no habría de poder escribir
siquiera nada, el tema de lo sagrado es la piedra angular, ¿de qué otro modo
nos parecerían tan atroces los actos cometidos por sus personajes, si no tuviésemos
esa concepción de lo sagrado en la religión cristiana, incluso, aún siendo de
alguna otra religión, podríamos ofendernos por el simple hecho de que el mal
persiste, se mantiene vivo e incluso se incrementa gradualmente en sus obras? Y
no solamente la maldad, sino también ese desprecio por la vida humana, también
por la moral cristiana, incluso la hipocresía y la doble moral. ¿Me pregunto vagamente
qué habría dicho Leibnitz acerca de los textos de Sade, siendo éstos inspirados
en hechos reales y la persistencia del primero de que vivimos en el mejor de
los mundos posibles? De ésta manera comprendemos que, sin lo sagrado, sin la
religión, sin Dios; porque incluso, ninguno de los personajes, al menos en Juliette,
Justine y Historietas, cuentos y fábulas no hay personaje alguno
que sea abiertamente ateo, sino que por el contrario, es muy importante el
hecho de que todos, realmente todos crean en la existencia de un Dios, porque de otra forma no se podría
llevar a cabo la historia de la manera en la cual se desenvolvió; tampoco
podría existir la moral cristiana que tanto critica, y así mismo esa hipocresía
de la que se nos presenta en las primeras páginas de los primeros dos libros
antes mencionados. Ocultábase pues, ante nuestros ojos, la importancia del tema
de la divinidad entre sus demás palabras, puesto que también éste forma parte
importante de los discursos de algunos de los personajes con los que se
encuentran ambas hermanas, cada una en su historia, tan distinta y no ajena a
la otra.
Bibliografía
Donathien
Alphonse François de Sade. Juliette o Las prosperidades del vicio.
TusQuets Editores. España.
Donathien
Alphonse François de Sade. Historietas, cuentos y fábulas. Editorial
Tomo, México, 2005.
Donathien
Alphonse François de Sade. Justine o Los infortunios de la virtud.
Editorial Tomo, México. 2005.
Leszek
Kolakowski. Si Dios no existe... . Editorial Tecnos. España. 1988.
[1] Ver caso de Salman Rushdie como ejemplo.
[2] Éste término, cristianos (y su
singular), lo utilizaré para referirme a todos los creyentes (de una manera u
otra) en la existencia de Jesucristo, entonces englobaré tanto protestante
(luterano), católico, restauracionismo, ortodoxo, anglicano, pentecostés y
testigos de Jehová.
[3] Éste título pertenece a la edición de
TusQuets Editores (España), en México se le puede encontrar con el nombre de Julieta
o El vicio ampliamente recompensado.
[4] Véase Tratado sobre la Tolerancia y Cándido
o el optimismo.
[5] El Marqués de Sade escribe la historia de las
dos hermanas, por separado, el que describe la vida de Justina se llama Justine o Los infortunios de la virtud.
[6] Donathien Alphonse François de Sade. Juliette
o Las prosperidades del vicio. TusQuets Editores. España.
[7] Donathien Alphonse François de Sade. Historietas,
cuentos y fábulas. Editorial Tomo, México, 2005.
[8] Al menos éste título yo lo he visto con un
nombre ligeramente distinto, cambiando solamente “moribundo” por “vagabundo”.