Necesitaba despertar, ya sabía yo cómo iba a terminar el sueño, lo había soñado al menos todads las noches de las últimas tres semanas; era bastante molesto, esa misma mujer me atormentaba siempre, se metía en mi cabeza y no me permitía pensar en nada más.
Por las noches se metía a mi cama por entre las sábanas; primero me acariciaba los pies, después rasguñaba mis piernas, luego continuaba con la felación, en días siguientes llegaba su escamosa lengua a mi pecho, cada día avanzaba un paso (por así decirlo), no obstante siempre me llenaba de terror, era fácil adivinar por qué, cuando, por fin, pude ver sus ojos, destellaban de un color verde brillante, fue en ése momento, que ella sentóse en mi, permitiendo que nuestros cuerpos se encontaran y así ocurrió; yo paralizado por el veneno que con rasguños introdujo, y entre más fricción generaba entre los dos más calor sentía, aunque, en realidad, quemaba. Al punto del clímax ella, con gusto y placer, escupió litros de ácido hasta que carcomióme por completo.
1.31.2012
1.29.2012
Un libro chiquitito
Había una vez un libro en verdad chiquito, era tan chiquito que los adultos lo leían con microscopio y los niños se lo ponían en la cabeza y jugaban a ser aviones.
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